14 octubre, 2009

La pedagogía: una aventura de revelación


Óleo de Antonio Berni


Para nosotros la pedagogía jamás dejará de ser, como nos enseñara Paulo Freire, “una aventura de revelación, una experiencia de desocultamiento de la verdad”, que hoy puede estar desfigurada en infinidad de discursos, disensos, intenciones.
Que puede estar atrapada en el escenario mediático, en las lecturas que la televisión, la radio, la Internet los diarios y revistas hacen de la realidad.


La escuela para nosotros tiene en ese sentido una misión precisa e irrenunciable: la de actuar como faro de iluminación de las conciencias, para dicha revelación. Comenzando con las propias para alcanzar efectivamente las ajenas.
En ese esfuerzo por alcanzar la iluminación de las conciencias no entendemos la existencia, y la lucha por mejorarla, sin el componente de la esperanza
Al respecto nos decía el mismo Freire “Necesitamos la esperanza crítica como el pez necesita el agua incontaminada. “ Pero agregaba que “Pensar que la esperanza sola transforma el mundo y actuar movido por esa ingenuidad es un modo excelente de caer en la desesperanza, en el pesimismo, en el fatalismo.”. Y advertía sobre la necesidad de agregar a la esperanza crítica el soporte fundamental de la calidad ética del trabajo. Cualquiera sea, el del ama de casa, el del profesional, el del estudiante, el del obrero,….cualquiera sea.


Pensando en nuestro rol, sentimos el compromiso de ser a la vez observadores activos y actores de los procesos culturales, sociales y políticos en los que la misma escuela esta inmersa. Actuar críticamente para nosotros implica la tarea de iluminar los problemas, lo que llamamos problematizar el mundo, para buscar soluciones. Humildemente, para que nos alcance el valor que fuera necesario hallar para resolverlos o actuar.


En estos años cualquier intento por iluminar nuestras conciencias pone en primer plano un problema fundamental: la intolerancia. Manifiesta a través de otros problemas hijos de la misma: la discriminación, la segregación, la cosificación del semejante. Esa “cosa” que se opone a mis deseos, a mis persuasiones, a mis intereses, a mi mundo. “Eso” que amenaza todo el sistema de ideas con el que me han forjado y con el que he forjado “mi” mundo, que no es –según voy descubriendo- todo el mundo.
Eso que me altera porque amenaza mi mundo: Ese: El semejante diferente.


La escuela estuvo estos años participando con cierto dolor del enfoque de este problema. Que es necesario iluminar. ¿Cómo puedo llamar semejante al diferente? He aquí el problema. ¿Qué tiene de semejante “ese” semejante?
¿Tendrá él también un sistema de ideas, una ideología, como lo tengo yo, en el que habrá nacido y se habrá forjado, con razones propias, interesantes de ser conocidas más profundamente? Conocer sus razones ¿enriquecerá mi propio sistema de ideas o lo destruirá? ¿Es tan pobre mi propio sistema que pueda destruirse con más información y menos ignorancia?
¿Será el diferente, semejante a mí en sus necesidades básicas y de trascendencia? ¿Lo será en que tiene deseos, frustraciones, incongruencias, aciertos, que yo pueda comenzar a conocer y comprender… sin que eso signifique necesariamente aceptar?


¿Será ese semejante diferente, mi interesante antagónico, mi contracara necesaria para hacer más complejo el mundo? Complejo entendido como “entramado” siempre vivo, como entretejido por infinidad de seres, fenómenos y palabras.
¿Será ese diferente, hoy antagónico, siempre antagónico, en todo antagónico, irremediablemente antagónico?. Conocerlo, respetando su humanidad, ¿destruye la mía?, ¿Nos separan las ideas o la ignorancia de ellas?


Si es propio de la condición humana el ser “inacabado” ¿No es él un interesante desafío a mi condición de ser humano que necesita del Otro diferente, para comprenderse mejor, para reconocerse, para acabar de comprenderse?
¿No es él, en esto, semejante a mí? Si él fuera destruido, ¿qué se iría de mí con él? Seguramente la posibilidad de conocerme mejor, de reconocer mi propia identidad, lo que me hace a mi, diferente a otros.


Aquí no podremos agotar las preguntas y respuestas a cuestiones tan profundas. Pero podríamos reflexionar sobre la necesidad de hacer de la escuela ese “humus” rico en preguntas y respuestas con los que hacer de este mundo, un mundo más luminoso, un mundo que vuelva a esperanzar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario